domingo, 22 de abril de 2007

La Bella Sintomatología Durmiente (OSP Fóbico)


Habían pasado veinte años desde que Bella pinchó su dedo con el huso de la rueca embrujada. Desde aquel día, la joven princesa yacía dormida en su lecho, sin despertar ni un solo minuto durante todo ese tiempo.

Sus padres, el Rey y la Reina, luego de que cayera dormida, comenzaron a visitarla cada día. Leían una hora su libro favorito, con la esperanza que algún día despertara del maligno encantamiento.

* Nunca visitaban mi habitación. La mucama ordenaba mi cuarto, la cocinera traía el almuerzo cada día, mi instructor de música me hacía tocar el piano que hay en mi cuarto. La última vez que mamá estuvo en mis aposentos fue cuando cogí la rubéola, y antes de eso una vez que la fiebre me hizo ver avestruces rosadas, y antes de eso la vez que…

Algunos aseguraban que los ojos de Bella se movían tras sus párpados. Otros se preguntaban qué podría estar soñando todo este tiempo, otros qué podría estar pensando.

* Mamá nunca estaba disponible, siempre en sus clases… las que cualquier Reina tomaría, solía decirme. A Papá lo veía aún menos… aunque a veces se preocupaban excesivamente de mí. Era complicado… ¡¿Me amaban o no?! ¡¿Era la sobreprotección una forma de cariño?! ¡¿Era la única?! Nunca los entendí a ellos, así que aprendí a escucharme a mi misma, a mi cuerpo, a mis sentimientos. A mis enfermedades y debilidades… la niña enfermiza y frágil de Papá…

Lo que nadie se imaginaba, era que nunca hubo bruja malvada, nunca hubo rueca embrujada, y que nunca existió algo parecido a una maldición.

* Estrecha, constreñida, apretada, ahogada en un mar de cuidados…

Cada noche, luego que la Reina termina de leerle un capitulo de “La Divina Comedia”, Bella abre los ojos y toma la caja de Alprazolam. Toma cinco pastillas y las traga dificultosamente.

* Temerosa, débil, necesitada, asustada de lo monstruos…

Mientras duerme aún es capaz de pensar. Últimamente ha tenido mucho tiempo para recordar pasajes de su infancia. Las fotografías del álbum familiar, que tantas veces había revisado cuando pequeña, cobraban vida ante sus ojos, en la forma de nebulosos recuerdos. Sonidos, aromas, temperaturas y texturas… olor a caramelo, risas, pasto húmedo y verde, el calor en sus mejillas... cada vez los recuerdos se hacían más corpóreos.

* Recuerdo que estaba a punto de salir de mi habitación. Tenía ocho años. No conocía lo que había tras esa puerta de marfil. Nunca había dejado mis aposentos. Al parecer podría recorrer un mundo nuevo, los jardines, las mazmorras, los establos. Imagínense toda una aventura fuera de la burbuja de cristal. Entonces llegó papá y me devolvió a mi cama. Me dijo que era muy peligroso estar afuera, por mis bajas defensas, y mi problema al corazón.

No hay comentarios: